miércoles, 27 de julio de 2011

HITLER Y JUNG.

"Hitler y Jung" de Miguel Serrano.

El libro "C. G. Jung Speaking", del profesor William McGuire, ha sido traducido últimamente al castellano y publicado por la editorial Trotta, con el título Encuentros con Jung. Ahí se reproducen las descripciones de Jung cuando viera a Hitler y a Mussolini juntos, dirigiéndose a una gran concentración de masas. Mientras Mussolini era un hombre normal, "un ser humano", por así decir, hasta simpático, Hitler no lo era, "carente de individualidad, confundido con el alma colectiva de su Nación, poseído por su Inconsciente Colectivo". Y Jung agregaba: "Ni siquiera por el Inconsciente Colectivo de un solo país, sino de toda una raza, de la raza aria. Y es por ello que los oyentes, aun cuando no entiendan el alemán, si son arios, serán arrebatados, hipnotizados por sus palabras, porque los representa a todos ellos, habla por todos. Y si lo hace a gritos, es porque una nación entera, toda una raza, se está expresando a través de él". Así, Hitler es la encarnación del Dios ario Wotan. Está poseído por él, no es ya un ser humano. Y Jung llega a compararlo con Mahoma, con el fenómeno Mahoma, y lo que él fuera y aún es para todo el mundo islámico.



No creo que el profesor Jung haya leído el libro de Kubizek, "Adolf Hitler, mi Amigo de Juventud", el más importante que se haya escrito sobre el Führer germano, y que nos ilustra como ninguno al confirmar sus apreciaciones, narrando una escena extraordinaria acaecida una noche de su juventud, tras haber asistido los dos amigos a la representación en Linz, de "Rienzi", de Richard Wagner. Fue tan grande la impresión que le produjo esta obra a Hitler (en la que tal vez presentía su propio drama futuro), que marchó con su amigo en total silencio por las calles nocturnas en dirección al bosque, en la montaña. Y cuenta Kubizek que, una vez llegados allí, le tomó una mano entre las suyas y comenzó a hablar como en trance, con una voz que no le pertenecía, admirado él mismo al escucharse. Se refería a Alemania, a los germanos y a lo que él haría por ese pueblo: una revolución total. Y esto lo declaraba un muchacho austríaco de no más de dieciséis años, un completo desconocido. Revela Kubizek que muchos años después, cuando ya Adolf Hitler era el Führer de Alemania, le recordó esa extraordinaria escena de una lejana noche de su juventud. Y Hitler le dijo: "Sí, jamás la he olvidado; porque ahí comenzó todo...".



Como en muchas otras cosas, también el psicoanálisis se ha apoderado de conceptos y expresiones de Nietzsche, sin declararlo ni reconocerlo. Así pasa con la concepción del "Inconsciente", de Freud, que a su vez adoptara Jung ampliándola al Inconsciente Colectivo. Fue Nietzsche quien afirmó que "había algo en él que sabía más de lo que él mismo sabía; porque él no era consciente de saberlo".



Y Jung amplió esta vivencia al afirmar: "Yo sé cosas de usted que usted mismo no sabe y que yo tampoco sé que las sé...".



Sin duda, Jung en los años treinta se sintió intrigado por el fenómeno del nacionalsocialismo, con su fuerza arrolladora, amenazando extenderse mundialmente. Y aceptó la Presidencia de la Sociedad Médica Internacional de Psicoterapia, entrando a reemplazar al hermano de Göring. Además, se había producido su ruptura con Freud y acuñaría su teoría de los "Dos Inconscientes Colectivos", entregándole con ella un arma formidable al nazismo; pero que éste jamás uso, debido a la desconfianza esencial que el hitlerismo tenía de todo lo que proviniese del psicoanálisis y de su terminología.



No hay duda de que para Jung el final de la Guerra fue una catástrofe, temiendo que también toda su obra pudiera ser destruida al vincularlo al hitlerismo, aunque sólo fuera de un modo "filosófico", también por su concepción del Arquetipo, refiriéndose a Wotan o a Vishnú, de modo que Adolf Hitler, al ser poseído por Wotan, pasaba a ser un Avatara, así "ocupado" por una divinidad externa, extraterrestre, como se diría hoy. Al final de sus días, Jung, y por primera vez, declara en el prólogo a mi libro Las Visitas de la Reina de Saba que el "Arquetipo" sería una Entidad superconsciente; es decir, un Dios, y no una "representación de los instintos", como hasta entonces lo definieran sus discípulos.



Temiendo por la destrucción de la obra de toda su vida, y a que lo vincularan a Hitler o al hitlerismo, al finalizar la Guerra Jung sufrió tres ataques al corazón. Ya antes había aconsejado a los Servicios Secretos ingleses y norteamericanos de "alargar la guerra; porque Hitler estaba poseído por Wotan, Dios del huracán y la tormenta (Blitzkrieg). Y una tormenta no puede durar mucho tiempo, se va agotando, autodestruyéndose...".



De todos modos, la actitud de Jung, un suizo, fue diametralmente opuesta a la de Heidegger, un alemán, quien se mantuvo firme, como partidario del nazismo, hasta el final, sin pensar en lo que pudiera suceder con su obra.



Y Heidegger recordaría a Ezra Pound: "¡Mantente firme en los viejos sueños, para que tu mundo no pierda la esperanza...!".

NUESTRO HONOR SE LLAMA LEALTAD.

Con ocasión de la muerte de León Degrelle y del nihil obstat a la primera edición íntegra de Mi Lucha en castellano,

Don Miguel Serrano publica éstas palabras en las que resalta EL SENTIDO DE SER HÉROE y LA GRAVEDAD DE LA USURA COMO PROBLEMA:




NUESTRO HONOR SE LLAMA LEALTAD.



Palabras de Miguel Serrano.



La lealtad a los nuestros, a los ideales, a la fe y a la esperanza, y a nu


estros amigos y camaradas que entregaron sus vidas para preservarlos y defenderlos, haciéndolos así eternos.

Hace muy poco, en un día de tinieblas, en la fiesta de la luz de Ostara, en la Semana Santa, dejaba este mundo mi entrañable amigo y camarada belga, León Degrelle. Para aquellos que lo conocimos y para su propia esposa, parece algo increíble, porque él era inmortal, y lo decía: “¡El león no morirá jamás!". Así lo pensaban también sus camaradas de combate de la División Valona en el frente ruso, en la Segunda Guerra Mundial. En cien batallas, en primera fila, al frente de sus hombres, el General de las Waffen SS, Degrelle, era inalcanzable por las balas y los obuses; o bien, sobrevivía reponiéndose de las más graves heridas, para nuevamente ir al combate. Por ello, el Führer le condecoró con la Cruz de Hierro y, luego, con la Cruz del Caballero, la más alta condecoración impuesta por Hitler, quien declaraba: "¡Si yo tuviera un hijo, desearía que fuera como León Degrelle!".



En el exilio, en España, acaba de morir, justo en la semana de la Resurrección del Héroe. Tras la nigredo y la albedo, resucita en la rubedo, en el Domingo de Resurrección; Sontag, el Día del Sol y en un cuerpo de luz roja inmortal.



Hoy, junto con presentar la primera edición completa en castellano de la obra, también inmortal, del más grande genio de todos los tiempos, Mi Lucha, del avatar Hitler, cuya edición hemos precisamente dedicado a "su hijo" en la gloria del combate eterno, le rendimos un homenaje a ese héroe, a ese camarada, a ese amigo, guía y ejemplo de las juventudes nacionalistas y nacionalsocialistas del mundo que jamás claudicara y mantuviera, con idéntica lealtad a la mía sus ideales hasta su último día aquí en esta envenenada tierra. Y en su recuerdo, hacemos llegar a su esposa, Jeanne, nuestro apoyo y aliento para que pueda sobreponerse a su dolor y tenga la fuerza necesaria para continuar divulgando los libros y la obra que Degrelle deja a su cuidado y de los camaradas que la ayudarán.



Sobre Mi Lucha se podrían decir mil cosas, citar tantos párrafos luminosos, vigentes cada hora, cada minuto de nuestros pobres días; sobre la inoperancia de la democracia, sobre la corrupción de los políticos, sobre la infamia del totalitarismo comunista y lo diabólico del capitalismo, triunfante hoy en la sociedad de consumo desatada, en la llamada "economía social de mercado" y en la usura legalizada con el interés del dinero. Porque —lo sabemos— fue el Nacionalsocialismo el único sistema, en toda la historia de los hombres en la tierra, que abolió el interés del dinero. Hitler decía: "Si yo te presto un ropero, tú no me devuelves ropero y media, sino el ropero; pero si un Banco te presto cien marcos, deberás devolverle ciento cincuenta y hasta doscientos, y de estos cincuenta, o cien, vive sin trabajar el usurero". Y junto con abolir el interés, fijó los precios, de manera que hasta el final de la guerra jamás hubo inflación en Alemania, reemplazando el "patrón oro" por el "patrón trabajo". Así, un obrero en el Tercer Reich debió sentirse mejor y más seguro que un rey en otro país. Ese fue un paraíso y, por ello, porque lo era, debieron destruirlo aquellos que se sentían en peligro de muerte al ser abolido el caldo de cultivo del tejido cancerígeno, con la desaparición del interés del dinero y de la usura. Y para que nadie se acuerde de que una vez hubo un paraíso sobre la tierra, toneladas de mentiras y de infamias han intentado cubrir en vano esa cumbre del paraíso, ese monte de Parsifal. ¡Pero no lo lograrán, porque aún estamos nosotros, recordándolo! Y cuando también debamos partir, ¡Más y más batallones vendrán un día a recuperarlo, y a destruir la infamia y la mentira, para al final vencer!



En este libro maravilloso, que ahora os entrego en su traducción completa, se habla de la vida, de la guerra, del hombre y también de la muerte. Y se dice: "Héroe es aquél que sacrifica su vida en defensa de la comunidad, de la Patria, despojado de todo egoísmo personal". ¡Sí, porque héroe es aquél que, sin saber o sin creer que existe alga más allá de su yo y de esta vida, está dispuesto a entregarla para un ideal! Y hasta los dioses le envidian, porque ellos saben que son eternos y que no pueden morir. En cambio, el héroe, sin saberlo, lo entrega todo, hasta su propia eternidad.. . ¡Sí, camaradas, porque la sangre de los héroes llega más cerca de los dioses que la plegaria de los santos...!



Y León Degrelle decía:



"Debemos todos nosotros estar preparados para lo más terrible. ¿La muerte, en medio de la humillación, no es, acaso, una forma de darse más todavía? El sacrificio no admite cálculos ni reservas. Si yo hubiera mentido, como nuestros enemigos, ¿a dónde habría llegado? Pero, sin embargo, creo, creo más que nunca, que sólo los idealistas podrán cambiar el mundo...".

"Al final, el Alma es lo único que le queda al Alma. . . "



¡Si, el Alma...!



Oí una vez a un escritor chileno decir:



"Sé que nada me ha sucedido sino la vida, y que nada me sucederá sino la muerte".

Pero yo sé que algo más que la vida me ha sucedido y que también algo más que la muerte me sucederá... Y esto también es válido para León Degrelle y para nuestro Führer, por supuesto, en cuyo cumpleaños os entrego esta revelación.





Heil Hitler!

Heil León Degrelle!